viernes, 24 de agosto de 2012

Ayer a la noche, volviendo por Reforma con Roberta, luego de su sesión, me preguntó cuál era la bandera más grande de acá después de pasar por Campo Marte. Le dije que no tenía ni idea pero que debía ser esa que acababa de ver o la del periférico sur, que también es gigante. Después dijo que en Argentina no hay banderas a lo que contesté que no hay banderas tan grandes y que tampoco hay tanto culto a la insignia patria. Acto seguido me di cuenta de que nunca hablo de la monumentalidad mexicana tan extendida a todos los campos posibles. La bandera de la que les hablo es realmente enorme (acabo de googlear y puede que mida 25 metros de ancho por 50 de largo, gigantesca) y replica la costumbre local de hacer todo de dimensiones extrañas para los que venimos el Sur. Es bastante obvio que fue heredado de los aztecas, los mayas y demás pueblos originarios que no escatimaban trabajo esclavo para hacer sus santuarios pero de todas maneras, no deja de sorprender. La bandera argentina cada vez me parece más deslucida, pobres de nosotros que tuvimos que adoptar los colores de los Borbones, tan tristes y pálidos, para que encima, después nos convencieran de que Belgrano miró al cielo y se inspiró.
En otro orden de cosas, recién, durante la comida les repetí a mis hijos unas cientocincuenta veces que uno nunca debe hacer sentir mal a otra persona. Y no importa lo que las otras personas hagan. Uno por definición debe cuidar a los demás porque es lo que corresponde, me rijo por la convicción de que la moral debe ser propia e independiente de las conductas que nos rodean. Debería decir acá que por suerte para muchos porque la mayoría no quiere probar de su propia medicina, les resultaría muy amarga. Dicho esto, por lo general tiendo a dejar de lado la ley del Talión e intento no dejarme ganar por la miseria todo lo que puedo. Está clarísimo que soy débil y humano y caigo muchos veces a mi pesar.
Dicho esto paso a quejarme brevemente por el cansacio de la semana pero no me voy a extender porque lo hice por demasiados años. Ahora me empezó a doler una muela que no me dolía, supongo que como efecto de que me hayan arreglado la del otro lado, que me dolía más. Ando con ganas de hacer una carrot cake desde que Domi me habló de la que había hecho. Pero entre que no tenemos zanahorias, todo lo que tuve que hacer a la mañana y que la cocina está demasiado enkilombada, creo que ahora tampoco será.
Es duro el arte de vivir en sociedad.

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