martes, 14 de agosto de 2012

Bloggear para no trabajar

Hay días pilas y días como hoy en los que, aunque salió el sol, la fiaca de trabajar es todo. El dolor de cuerpo persiste pero mañana o cuando pueda (es difícil hacerse el tiempo cuando te desacostumbraste) volveré al deporte, muy de a poco. Hace semanas que no leo un libro. El último de un tirón fue Arrecife de Juan Villoro. Gusté mucho de él como de casi todo lo que escribe. Su prosa precisa y lacerante suele cautivarme. Después: nada. Vi todo Girls en dos días. Y toda la primer temporada de Modern Family en tres. Cuando miro series no leo y viceversa. Ni la cabeza ni el tiempo ni la energía me dan para todo.
Iba a escribir toda una reflexión sobre la sobrevaloración de la universalidad (o cosmopolitismo) que me viene rondando hace meses. Intento comprender si el querer ser mundano es un punto meramente snob o tiene un valor positivo real ¿por qué es mejor conocer el mundo, otras culturas, otra comida, otras lenguas a quedarse siempre en un mismo lugar, sea urbano, rural o costero, con las mismas costumbres de siempre, la misma comida y la misma gente? ¿Por qué no tener raíces ni apego al terruño de repente es una ventaja considerable? Como es de esperar, la respuesta se las debo. Hace tiempo me di cuenta de que no tengo respuestas para casi nada. Hubo un momento de fantasía en el que creí tener certezas. Ya no. Todo me parece válido y posible, lo que resulta bastante aterrador, si me preguntás.
A la tarde tengo dentista. Vengo de ir a dos super con mis tres hijos. El lunes empiezan las clases (por fin, aunque el tema "madrugar" me pega pésimo) pero mañana tendremos que ir a Chedraui porque nuestra expedición a Walmart fue un fracaso. Salgo poco del suburbio, trabajo mucho, socializo lo mínimo indispensable. Llego a un punto tibio de considerable tranquilidad. Lo que sí no entiendo es cómo llegué a vivir en este contexto. Mis hijos tan poco atraídos por nada que no sea banal. ¿Tendrá importancia? Puede que no.

Aquí seguimos.


3 comentarios: