domingo, 26 de agosto de 2012

Lo más relevante del día podría ser la inflamación de mis encías. Es domingo, hay un proto sol, mis dos hijos juegan -y se pelean alternadamente- al lado mío. D está volando hacia Bs As por segunda vez en el mes, Simón sigue con la familia del cumpleañero de ayer. Lo dejé a las nueve y diez de la mañana del sábado y lo veré recién hoy a las cuatro de la tarde. Cuando le dije a la madre del nene que el próximo fin de semana se venía él, contestó "vemos amiga, soy muy apegada a los niños" (!!!). Lo he visto en la casa de la amiga que tenemos en común mil quinientas veces.  Después de que me dijera que iban a ir a misa -y preguntara si tenía reparos- pienso que tal vez la frena mi judaísmo. O algo más. Es la primera vez que me pasa.
Por lo demás, no voy a hacer demasiado, leí por encima los diarios, vamos a ir al club (ojalá pueda hacer algo de deporte) a bañarnos y a que yo me tiña el pelo. Leo en Perfil una nota a escritoras que toca mucho el papel de la mujer. Desde hace dos días reconocí estar en la fase en la cual la literatura me chupa un huevo. Es obvio que me equivoqué de carrera. Pero ahora ya es tarde. Si viviera en Argentina, lo dije muchas veces, haría un posgrado en algo más. Por ahora me conformo con la vida suburbana de madre de familia que para tantos parece chata y aburrida. A mí, en cambio, me parece que es lo que corresponde en este momento. Hay tantos modelos de maternidad como madres existen. Cada uno hace más bien lo que puede, a veces con un plan, a veces basada al cien por ciento en las necesidades y posibilidades socioeconómicas, a veces regida netamente por el deseo (sea cual sea). ¿Qué es más válido? ¿Qué es lo "correcto"? Sabemos que son respuesto imposibles. Hace muchos muchos años que creo positivamente en la relatividad de las creencias y acciones. Cuando mis padres estuvieron por última vez discutimos sobre si existe o no una moral universal. Padre, que se dedica a la filosofía del derecho, plantea que sí y que, como si fuera poco, hubo en el mundo un "progreso moral". Estoy en completo desacuerdo. La moral es relativa y depende de muchos y diversos factores. Lo que sí creo es que todos pensamos -en el fondo de nuestro corazón, siempre- que lo que hacemos está "bien". Siempre creí lo mismo. Es en parte lo que me permite entender al prójimo y no llenarme de resentimiento. Perdonar. Y no es que sea un alma pura y sensible, es una forma de entender a los humanos que me resulta funcional. La supervivencia mental está para mí en la rutina y la comprensión. A veces falla, como todo.
Con respecto a la rutina y el orden, estoy sorprendida de mí misma. Los años trajeron una necesidad de orden en la casa que antes no tenía. Es decir, nunca viví en el caos porque no lo soporto. Pero mi gusto por la prolijidad no se condecía con mi capacidad para lograrla. Ahora se emparejaron. Suelo tener la casa bastante ordenada y gusto de que cada cosa tenga su lugar. Así es más fácil mantenerlo. Ya hice las camas, preparé lunch y desayuno, guardé todo, puse ropa a lavar, etcétera, etcétera. Podría ser la edad o un agravamiento de la neurosis obsesiva. Creo que es lo primero.
Las relaciones humanas son un electro desparejo. Eso también lo entendí hace mucho. Es obvio que prefiero estar en el pico de la montaña que en el fondo del talud pero también presumo que el pico no existiría sin el fondo. Volvemos a lo relativo de las cosas.
Para terminar, la encía me sigue doliendo pero ahora, además, me duele la mano. Es uno de los dolores causados por la fibromialgia que no se me pasa. En este lapso desapareció el sol. A las tres y media estaremos en lo de Eva para festejar el cumple de Julia. Entretanto seremos autárquicos. Camilo volvió a decir, mientras desayunábamos: "Qué mal que estamo solitos". Procuro que no me toque. D parará en lo de mis padres hasta volar a Brasil. El mundo está siempre al revés de como uno esperaría. La clave es aceptarlo.

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