viernes, 17 de agosto de 2012

Tirada en la cama, aun en jogging, sin bañarme aunque son las siete de la tarde, veo Los ingrávidos de Valeria Luiselli en mi mesa de luz y recuerdo que no terminé de leerlo. Será un buen plan hacerlo los próximos días. Parecía que iba a caer una tormenta pero se despejó el cielo, como un orgasmo postergado. El cuerpo me duele y varias muelas también.
Es nuestro aniversario de casados: once años. También fue un viernes de lluvia pero en Bs As. Guardo la pollera rosa y blanco de Trosman Churba, la musculosa blanca de Chocolate y el sweater rosa con unas lentejuelitas al tono de Jazmín Chebar. Las botas las sigo usando. Once años es mucho tiempo. Casi impensable. La tormenta marital también quedó atrás, ganaron el amor y el compañerismo.
Pero no vamos a ir a cenar porque D se siente mal. Pésimo. Un poco lo agradezco porque no tendré que pasar por la ducha ni pensar en qué ponerme. Otro poco lo lamento porque no salgo hace demasiado tiempo. Ir a cenar parece algo de otra era. Además, el fin de semana tiene que trabajar y el domingo 26 se va de viaje dos semanas. El lunes empiezan las clases y hoy me enteré, cuando fui a la escuela a buscar los libros, que el camión pasará a las 6.45am. ¿Qué es esa hora inhumana? Tendremos que arrancar a las 6.15 y me quiero morir. Después del pasaje por el colegio fui al dentista. Nada bueno para comentar. Luego volví, trabajé y a fuimos a lo de Lula. Acabo de volver pero tengo que ir al rato a buscar a Tita. Intentar ser una buena madre resulta agotador.
¿Veremos el 5to capítulo de Breaking Bad? ¿Hay alguna película que valga la pena? Me siento completamente afuera de la vida cultural. Además de preguntarme si la universalidad tiene algún valor real me pregunto si ser indie, o el esfuerzo que implica, tiene sentido. Creo que en lo personal debo entregarme a ser mainstream. También pienso mucho que a pesar de haber ido a un colegio primario del estado, sin ningún tipo de influencia progresista, jamás gusté de las boy bands ni fui fan de ningún actor o cantante del que pueda avergonzarme (eso sí, vi Clave de Sol, Verdad Consecuencia y todas las novelas de Andrea del Boca pero creo que eso fue más bien un fenómeno epocal). Tal vez debería ponerle música clásica a mis hijos. O intentar llevarlos a museos más sistemáticamente. ¿Servirá? Tal vez no tiene ninguna importancia que sean cultos pero sí felices.
Qué difícil todo.


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