lunes, 10 de septiembre de 2012

De repente siento que tengo que escribir cosas de cierta "trascendencia", no las boludeces que solía escribir y que, por cierto, son casi las únicas que se me ocurren. Es un pensamiento pelotudísimo al que decidí no darle bola. Escribo lo que puedo, cuando quiero, y sin mayor pretensión que la de descargarme y/o decir algo que se me pasó por la cabeza. Dejando esto sentado, puedo contarles que volvió D el viernes en un estado de idilio sentador que, como era de esperar, ayer ya se le había pasado. Igual disfruté mientras duró. El sábado tuvimos cumple infantil de día, con un clima primaveral digno de mayo y no del septiembre de esta ciudad. Sol, calidez, brisa. La pasamos bien, comimos mucho (al menos yo), volvimos con una hija menos (no la abandonamos sino que se fue a dormir a la casa de una semiamiguita), vimos 360 de Meireles (unas mierda atómica, muy cercana a las pelis de Gonzales Iñárritu-Arriaga) y después los dos últimos capítulos de Breaking Bad. Programón. Ayer pensamos en hacer asado con alguien más, más que nada marido tenía ese plan, pero nadie podía así que hicimos mini asado para nosotros solos, hitazo. Y después vi dos pelis pésimas mientras D se hacía una siesta tardía y Simón se fastidiaba por el encierro. Así que decidí que no es buena idea pasar dos días en el suburbio sin que vea varones, que hay que salir y hacer un poco de vida cultural aunque de fiaca y nos hayamos levantado de la cama a eso de las once de la mañana. Extraño mucho a Domitila. La ciudad es un páramo sin ella (para mí, claro, y seguramente para un par más pero los otros millones siguen como si nada). Además, entregué el trabajo que me tenía ocupadísima y el horror vacui se impone. ¿Por qué mi neurosis es tal que necesito trabajar para sentirme bien? ¿Por qué no me alcanza con tener paz y armonía familiar? Gustaría de que eso fuera posible. De todas maneras, amanecí a las nueve y media, me levanté recién a las diez y media, desayuné tranquila, sentada, fui al club, hice quince minutos de elípitica y luego estiré (nunca olviden que tengo fibromialgia, sufro de dolores y de cansancio crónico a pesar de tomar medicación), hice sauna, baño, fui a generar el CURP de mi hijo menor, intenté cortarme el flequillo pero la señora de la pelu nunca apareció, me saqué una radiografía dental panorámica y pasé por el super a comprar un par de cosas. Volví, leí diarios unos minutos, llegaron mis hijos mayores, comimos, ayudé a hacer tareas, firmé cosas, llevé a hijo mayor a tenis, a hijo menor a natación pero tuvimos que esperar, después de la clase en la cual se quejó una tercera parte de que ya se quería ir, lo bañé, pasamos por casa, merendé algo, hablé por tel, fui a buscar a hijo mayor a tenis, pasé a buscar a hija por la casa de María, arreglamos horario para que tomen clase de guitarra y volví, saqué ropa para mañana y ahora bajaré y mientras ellos cenan prepararé una rica picada porque vienen Nacho y Eva a que decidamos vacaciones. D ya no me da pelota, no me llama y me habla con fastidio cuando lo llamo yo.
Tuve un mini rato de angustia pero la exorcicé pensando en algo que no recuerdo. Mañana creo que intentaré nadar y después iré al dentista, me autoinvité a comer a lo de Martu, tengo que buscar a los grandes en el after de la escuela y después llevarlos a la psicóloga en la Condesa. Y así esta rueda sin fin. No tengo ni idea del sentido de la vida pero de repente esta cotideaneidad es lo único que vale.

Y la verdad, al final, lo único que queremos todos es que nos quieran.

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