miércoles, 3 de octubre de 2012

Antes de ir a nadar me encontré con mi compañera de locker, la que es dentista y un poco antisemita a pesar de tener un hermano converso (o a partir de, vaya uno a saber). A pesar de su germanofilia y sus constantes comentarios reaccionarios, tenemos una relación muy cordial. Ella me cuenta que tiene a sus hijos enfermos y desliza que se lleva mal con el marido y yo le cuento sobre la fibromialgia, mis avances o retrocesos. Hoy hablamos de andar en bici por la zona. Ella dejó de lado la natación porque se manchó la cara del lado que saca para respirar y no le gusta que el agua esté caliente porque se cansa (solo una germanófila puede querer nadar en agua fría en invierno pero me abstuve de semejante comentario). Por eso se volcó al ciclismo y está contenta. Yo le dije que no aguanto subir siquiera la mini pendiente de mi casa por lo cual me recomendó que me compre una bici de montaña con cambios, obviamente. Cuando dije algo de mi capacidad pulmonar enunció: "pero tu eres muy insistente, una argentina insistente". Creo que fue un elogio aunque no estoy del todo segura. Además, no sabría bien cómo puede haberse dado cuenta ya que nuestras conversaciones son breves, generalmente semi en pelotas, encremándonos o con la canastita del baño en la mano. Tal vez lo dijo porque me vio yendo a nadar, a pesar de que conoce los dolores horribles que produce la enfermedad. Y sí, nadé cuarenta y cinco minutos a pesar de haber estornudado unas cuantas veces en el super y de que hoy empezó el frío y el cambio en el aire es notorio. Después fui al vapor, me lavé ahí el pelo, me puse acondicionador y sin enjuagarme fui al sauna. Es un nuevo ritual que incorporé a instancias de una señora que conocí en el sauna hace unos días. También me recomendó que me unte miel en la cara pero advirtió que no puede ser la del super. Ayer volví a encontrármela y hablamos largo rato sobre los beneficios de los lactobacilus búlgaros, también conocidos como "los búlgaros" con los que hace treinta años hace yogur natural todos los días. Parece que su mamá se los regaló y ahí los tiene, en una jarra de vidrio. El procedimiento debe ser fácil pero no me quedó muy clara la parte de enjuagar los bichos con agua o con leche. Parece que es una costumbre familiar de larga data, no sabe quién se los regaló a su mamá y ahí sigue, pasando de generación en generación. Porque también me contó que su hija se los llevó a Colombia el año que le "entregó" a la Iglesia. Se aprenden muchas cosas en el sauna, como ven. Parece que los legionarios tienen un programa así, como un servicio social pero religioso. Su otra hija hizo lo mismo pero en Cancún, dándole apoyo espiritual a jovencitas, aunque vaya uno a saber lo que eso significa. La cuestión es que prometió regalarme unos algún día (no creo que esto se cumpla pero los aceptaría encantada) porque no se consiguen en ningún lado y también me pasó un lugar en el que compra un kilo de miel natural a cien pesos, precio muy bajo para el mercado. Sería feliz desayunando yogur casero con miel y granola también casera pero por ahora no podrá ser. Por esta zona ni siquiera consigo quinoa. Dentro de mis planes también  está el probar hornear con espelta. A la vuelta lo intentaré.

En otro orden de cosas, uno de mis últimos pensamientos recurrentes versa sobre el carpe diem horaciano y su pertinencia local. Es decir, hay algo de la idiosincracia mexicana que tiende a un disfrute pleno del presente sin pensar en el mañana. Y mucho menos en el ayer. La nostalgia es uno de los sentimientos más extendidos en Buenos Aires, aunque sea subyacente pero, increíblemente y con mucho esfuerzo, hace varios años logré deshacerme de ese estigma y fue muy liberador. Nada bueno sale de mirar hacia atrás. Por otro lado, lo único válido es el ahora más exacto, el minuto a minuto, las conclusiones que podamos sacar "generalizando" son costructos que los sujetos necesitamos para sentir que hay algo más que el puro devenir. Es todo muy triste, eh. También tuve un montón de otros pensamientos tan crudos o más que este. Aunque no estoy mal, solo es cansancio. Y eso que el viernes me voy a NY. Pero no es fácil llegar hasta ahí y mucho menos lo que dejo.

Otro día me explayo sobre muchas otras enseñanzas que me fue dejando México en los últimos casi ocho años. Si puediera medir a cuánto estoy de la Julieta que se fue de Argentina seguramente daría unos cuantos años luz.

Solo se trata de vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario