martes, 16 de octubre de 2012

Suena alguna canción pop igual a muchas otras canciones pop desde el cuarto de Simón. La pubertad trajo consigo la radio a la noche y algunas otras cosas más. La ironía, por ejemplo. Antes ya la manejaba pero de a poco va volviéndose más sofisticada. Y un dejo de desprecio, también. Hoy me preguntó si sabía lo que son fideos al burro. Mi hijo de diez años y nueve meses creyó posible que yo no supiera eso. ¿Cómo pretendo entonces que el mundo no me subestime?
El día se escurrió, sin ejercicio físico y sin vida social. Recién a las nueve y media de la mañana dejé la cama. Antes, temprano, había despachado a mis hijos mayores y les había hecho café a mi marido y a mi hermano para después volver a caer rendida. Entonces, con la conciencia de que era tarde porque a las doce tenía un conference, y después de desayunar tostadas con café con leche, me tiré sin cambiarme a trabajar en el sillón. Es una pena que no pueda ganarme la vida escribiendo sobre cosas que me interesan. Escribir acarrea mucho sufrimiento pero hay sufrimientos mucho peores, lo sabemos. Entre una cosa y otra se pasó la mañana y también el mediodía, y recién a las tres menos veinte de la tarde logré irme a bañar. Y de ahí salí con Camilo a buscar a los chicos a la escuela. Llegamos rápido a lo de la psicóloga y mientras Milo charlaba con Mary, jugaba con algún juguete y tomaba unos sorbos de té de limón, yo retomaba la lectura de una biografía con fotos de Freud que había empezado hacia un par de semanas. Leí varias cosas relativas a la vida de Freud a lo largo de los años pero con mi marcada tendencia al olvido nada me resulta del todo reiterativo. Fue la última sesión, María les dio el alta y dejó, como buena sistémica, la puerta abierta para que vuelvan cuando lo necesiten. Los cambios fueron rápidos e impresionantes, pasamos de una relación infernal a una que no solo es normal sino que roza lo agradable. De todas maneras, los retos parentales de Simón hacia Roberta no menguan. Veo mi reflejo en su acción. Aunque creo que hasta yo, con lo dura que soy, era más afable con mi hermano menor.
Uh, ahora suena Roxette. Necesitaría con urgencia que alguien viniera a educarlo musicalmente. Aunque tampoco es tan grave. Este mismo tema yo lo escuchaba a los trece, a los diez no sé si había siquiera llegado a los Beatles. En el coche me habían hecho escuchar a Fito Paéz. Al menos tenemos la certeza de que es muy poco probable que nos salgan hipsters.
A pesar de haber vuelto a pensar en formato post, todo el tiempo olvido lo que tenía para decir. Son las nueve y cinco de la noche y no sé a qué hora llegará D. Por las dudas, ya cené.
La vida es esto y nada más que esto. A veces me consuela el saberlo.

1 comentario:

  1. Ay la preadolescencia... y se pone piiiooorrrr!!!!! This is just the beginning.

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