jueves, 8 de noviembre de 2012

Hace demasiadas horas que estoy con mis dos hijos varones echada en el sillón de la sala de tele, frente a la computadora. Ojeo diarios al pasar, leo tuiter, abro el FB, intento entender cómo Argentina llegó a donde llegó aunque tengo más o menos una cierta idea. ¿Dónde están las propuestas serias para mejorar la salud, la educación pública, evitar la desnutrición, asegurar la vivienda digna para todos, repoblar el país de una manera lógica y pareja, lograr planes a largo plazo en todos los campos, definir políticas energéticas sustentables, etcétera, etcétera? Es una pena que se vaya tanta energía en enfrentamientos inútiles. De todas maneras, soy muy conciente de que hace ya demasiados años que no vivo allá y desde lejos la comprensión de los fenómenos es todavía más sesgada que desde adentro. Cada vez, de hecho, siento más la distancia y la ajenidad, lo que no deja de entristecerme.
Simón está en casa desde ayer a la mañana. Se siente bien aunque está caído, como él mismo define. Debería avanzar con cosas de la escuela pero no tiene ganas, mira películas y juega con el Ipad y yo le hago compañía, estupidizada también frente a la pantalla, incapaz de hacer algo productivo. Eso sí: a la mañana fui a Costco, después a Yoga y a la tarde hicimos unos brownies no del todo exitosos.
La enfermedad, como la muerte en versión extrema, abre paréntesis. Hace tiempo que no puedo evitar pensar que todo día que pasa no vuelve y que toda hora que desperdiciás tampoco. Aunque también sería muy válido preguntarse qué sería desperdiciar el tiempo y la conclusión de este año duro es, sin lugar a dudas, pasarla mal. El desperdicio está dado por el sufrimiento gratuito, es decir, aquél que podríamos evitar por no basarse en hechos reales y concretos. Aunque sabemos, no es tan fácil, la neurosis en definitiva no es más que eso: inventarse problemas.
Por lo demás, Roberta fue a la casa de una amiga y D tenía que buscarla a las siete y media pero se le hizo tarde, como para no perder la costumbre. Camilo se quedó dormido vestido y ronca a mi lado, yo comí porquerías toda la tarde y solo pienso en el glorioso momento de meterme en la cama.
La semana que viene será, esperamos, un poco más normal.
Por ahora nos dedicamos a sobrevivir.

1 comentario:

  1. hola Julieta, ando buscando tu mail. Si no recuerdo mal, antes lo tenías en tu blog pero veo que ahora no está en ninguno de los dos. saludos!

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