sábado, 2 de marzo de 2013

Es sábado a la noche. Bah, todavía no son ni las ocho pero fue un día imprevisiblemente frío de fin de invierno que empezó demasiado temprano. Desde hace más de dos semanas que D no está en casa. Tenía que volver hoy a la tarde pero la tormenta que hubo en Buenos Aires impidió que su avión, proveniente de San Pablo, aterrizara y quedó varado en Porto Alegre todo el día. Recién mañana a las seis de la mañana parece que van a lograr salir de ahí y no sabe cuándo podrá conseguir un vuelo para venir a casa.

Podría decir que estoy acostumbrada a la soledad si por soledad entendemos su ausencia. Voy, vengo, llevo, traigo, cuido, organizo, trabajo, hago yoga, nado, salgo, etcétera. El día termina muy temprano, por lo general a esta hora ya estoy en la cama, intentando dormir, con poco éxito, porque el estrés hizo que la fibromialgia volviera.

Escribir es una costumbra perdida, olvidada. La vida, allá afuera, o en archivos de word, me tiene cooptada. Atravesada. El deseo puesto en la productividad aunque no es la literatura. Leo poco, de a poco, cuando puedo. El cuerpo responde de a ratos, la vista se va cansando cada vez más hasta el punto de que el astigmatismo se duplicó en un ojo. Puedo leer los textos solo al ciento cincuenta por ciento.

Pero, por lo demás, sigo siendo yo. Con mis claroscuros, contradicciones, dudas y dificultades. ¿Seré de verdad una persona difícil y abrumadora? Es la pregunta de la semana. Difícil sí, abrumadora... seguramente también. O tal vez no. La introspección a veces me falla. Como la autopercepción. ¿Será que le pasa a todos?

Bajé dos capítulos de la primer temporada de How I Met Your Mother y la peli Silver Linings, ambas sin subtítulos. A ver si el cansancio me permite ver algo, a las siete menos diez de la mañana ya tenía a mis dos hijos varones en la cama, todos despiertos. Fui a la condesa con Domi y los kids a ver el cuenta cuentos del Fondo de Cultura y después cumple en el parque. El día se apaga con gusto. Milo duerme y los grandes miran pelis, cada uno en un lugar distinto.

Mañana es domingo y el martes me voy a Buenos Aires.

Y, así, la vida continúa.


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