miércoles, 11 de septiembre de 2013

Crónica de unas vacaciones familiares, día 1

Perdí la práctica pero lo voy a intentar. Se siente bien. Estamos en el lounge de Aeroméxico, la mesa tiene restos de nuestro desayuno: tazas sucias, jugos a medio tomar, envases de yogures. Hace unas semanas que casi no como y, sin embargo, tomé un café con leche y comí fruta con yogur. Los chicos están excitados, sobre todo Milo. Bajé dos capítulos de Breaking Bad, renté el coche, miré la locación de unas tiendas. D me dice que tiene que trabajar. Lo mismo de siempre: las cosas no cambian, eso hay que entenderlo, grabarlo a fuego, dejar de luchar. Miami es memoria. Es 2001. Es 2003. Es 2010. Es la ciudad en la que más estuve después de Buenos Aires y México. Increíble. Una ciudad sin nada, chata, llovida, tan Truman Show que da miedo. Pero el destino nos trae una y otra vez. Escapando de eso sacamos los pasajes a NY y nos escapamos tres días. No sé si NY con kids es buena idea, lo descubriremos sobre la marcha.

Llevo la compu porque tengo que trabajar. Algo que debería estar haciendo en este momento. Pero no. Necesito estas vacaciones de una forma que ni puedo explicar. Aunque vacaciones con hijos: BUEH. Pero cambiar el aire, estar cerca del mar, pasear. Copado.

Milo habla sin parar. El silencio es un bien escaso. Como el amor.

Pareciera que perdí el swing de verdad.

Hace días en la cabeza: "lo malo de los besos es que crean adicción". El amor, esa forma de ver el mundo, ese derrape, ese error.

A las 5.30am vino Sebastián a buscarnos en la van. La cruz colgando del espejito retrovisor me semi descompuso. ¿Qué puedo decir? Nada. No todo está bajo mi éjida. Bah, ahora ya casi nada está bajo mi éjida. Los chicos. Tuvimos que esperar a D, un clásico. Pero vinimos por el Viaducto y llegamos rápido. La señorita del counter se mareó con la cantidad de pasaportes y nacionalidades y visas y terminó quedándose con el pasaporte argentino de hijo mayor y su residencia mexicana. El pobre es el único que no está naturalizado. Casi me desmayo. Pero D volvió y lo recuperó. En ningún otro país debe pasar algo semejante. Delirio.

Qué grosso es Spotify. Increíble.

De repente estoy CONTENTA.

Así que voy a dejar acá. Y retomo ya instalada. Parece que va a llover. Pero nada me importa.

Porque: vacaciones.