sábado, 26 de octubre de 2013

Desayunamos copiosamente. Escuchamos el nuevo de Arcade Fire. Estamos los cinco + el kinder. El ruido un poco me altera. Otro poco me da vida. A veces siento que todo esto es contrario a mi naturaleza. Otras sé que me salvó de la locura. De caerme del tren. Para siempre. Pero quién sabe.

Hace frío, D está por cortarle el pelo a los varones afuera, con la maquinita. Nunca quedan del todo bien. Tampoco del todo mal. Sábado de fiaca. Sigo en pijama aunque ya son más de las 12.15pm.

Soy el epítome de la madre suburbana. Y ya no me importa. El suburbio es un no lugar, carece de personalidad, no tiene magia ni densidad. En Buenos Aires me muevo como una extranjera (provinciana) y en el DF tampoco soy local. Ser de ningún lado. Ser de mi casa (hermosa, acogedora). Ser siendo. Ser en el puro presente, ojalá.

El amor es tan volátil, múltiple, soberano.

El sexo es tan central, necesario, primigenio.

Todas construcciones. Qué importa.

En mi cabeza todos los yo. Todos los vos. Y los retazos que arman una historia. Nunca sabés si una más entre todas o una central.

El corte de Arcade Fire me gusta. Aunque es ruidoso. Quisiera escribir historias de alguien más. Centrarme en los detalles. Pero yo veo la vida blureada.

Ni modo.

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