domingo, 20 de octubre de 2013

¿Se puede escribir la felicidad? Es domingo, el sol puja por salir. Retazos de luz que atraviesan las nubes a duras penas. Que no llueva. Milo habla al lado mío, suena Ms Mr en el ambiente, marido toma mate cocido y comenta noticias. La felicidad tal vez sea tan inefable como el tiempo. Leo columnas y ya no me producen esa emoción que producían hace años. Las cosas cambiaron. Mucho. La felicidad tal vez no pueda ser dicha pero sí vivida. Atrapada. Eso siento: un escenario de posibilidad. Tal vez sea el haber nadado en las aguas más profundas y oscuras. Es sabido que por lo general lo que viene es mejor. Y pendulamos. Y somos un clishé repetido al infinito. La originalidad murió junto con dios, el rock, la juventud. La inocencia.
Las escenas se reproducen siempre idénticas, siempre distintas. Es preferible dejarlo en el aire. Bajarlo a la tierra produce esta pátina de melancolía que prefería evitar. Al final y al cabo es domingo. Un domingo del día de la madre en Argentina. Una fecha que ya ni siquiera me entristece. Acepto todo con una alegría inusitada. Hoy, parece, ya no soy yo.

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