Ayer llevé a hijo mayor al cine. Los dos solos como en la época de Harry Potter. Hubo años (no muchos) en los que la pasamos bien. Si uno tan solo pudiera trascender... Estoy en la oficina. Me siento en la sala de juntas que es chica y no tiene ventanas. Así evito la convivencia y el frío: gano. Tomo café y tengo hambre. Desayuné temprano y fui directo a la escuela porque tenía reunión de padres. A la del salón de hija me olvidé de ir. Pobre, un desastre. Como es el último año de primaria un poco me acongojé y casi casi derramo alguna lagrimita. Pero me contuve. Después, la maestra de español nos dio una carta que nos hicieron los chicos, demoledora. Lo capaces que somos los padres de arruinarle la vida a los hijos siempre me espantó. Uno de los motivos por los cuales no quería reproducirme hasta los 22. Real. Cuánta responsabilidad.
Tengo que seguir trabajando. Hoy vienen muchos niños a mi casa. Y dos amigas mías. La casa llena es una de las formas de la felicidad. Como el olor a pastelería. O a pasto recién cortado.
Así de básica soy.
Así volvieron las cosas.
Tengo que seguir trabajando. Hoy vienen muchos niños a mi casa. Y dos amigas mías. La casa llena es una de las formas de la felicidad. Como el olor a pastelería. O a pasto recién cortado.
Así de básica soy.
Así volvieron las cosas.